¿Por qué el mundo se dirige hacia una nueva Edad Media?

En amplias zonas de Rosario, la banda de Los Monos, con una ganancia neta diaria estimada en 100.000 pesos a partir del comercio ilegal...




En amplias zonas de Rosario, la banda de Los Monos, con una ganancia neta diaria estimada en 100.000 pesos a partir del comercio ilegal de drogas, cobra por protección, premia a quienes trabajan para acrecentar sus negocios y usa su poder de fuego para eliminar a sus enemigos con crueldad. Mientras tanto, desde la Ciudad de Buenos Aires, se dan los primeros pasos para cobrarle impuestos nacionales a empresas digitales como Spotify y Netflix. Al mismo tiempo, a miles de km de distancia, en Siria, organizaciones no gubernamentales como Médicos Sin Fronteras trabajan para paliar la crisis humanitaria generada por grupos terroristas como ISIS.
¿Qué tienen estos hechos, aparentemente inconexos, en común? ¿Qué comparten actores tan disímiles como ISIS y los fundadores de Netflix? Todos los casos reflejan un mundo en el que el monopolio del uso legítimo de la fuerza se relativiza, el auge de la economía digital y del conocimiento ponen en jaque el concepto de "fronteras" y el poder de recaudación del Estado, y en el que actores no estatales asumen roles protagónicos. Se trata de un escenario que, salvando obvias diferencias, se asemeja mucho al de la Edad Media.

El estado-nación es el protagonista de la política mundial tal y como la conocemos desde 1648, cuando la firma de la Paz de Westfalia puso fin a la Guerra de los Treinta Años y marcó la conclusión de una era de fragmentación del poder político. Sin embargo, desde la década del 70, distintos académicos han advertido que ese sistema está siendo amenazado por actores no estatales y desarrollos tecnológicos que definen un futuro con características que resultan familiares.

La humanidad vuelve a vivir en una era en la que los actores no estatales asumen roles protagónicos en la política internacional. Foto: AFP.
La humanidad vuelve a vivir en una era en la que los actores no estatales asumen roles protagónicos en la política internacional. Foto: AFP.
En 1972, Umberto Eco fue el primero en hacer referencia al surgimiento de una "nueva Edad Media", nacida a raíz de la degradación de los sistemas sociopolíticos imperantes, y como consecuencia de la imposibilidad de una autoridad central de gobernar un mundo cada vez más complejo.
En su ensayo La nueva Edad Media, describió los ingredientes que son necesarios para reproducir este período histórico. La receta incluía: "una gran paz que se degrada, un gran poder estatal internacional que había unificado el mundo bajo una misma lengua, costumbres, ideología, religión, arte y tecnología y que, a causa de la propia ingobernable complejidad se derrumba". Eco comparó el colapso (militar, civil, social y cultural) de la Pax Romana con la crisis de la Pax Americana de los 70, y puso el foco en las debacles económicas y de vacío de poder que sobrevienen en ambos casos, que traen aparejado el fortalecimiento de poderes locales, y de "nuevos bárbaros" que, con una cultura alternativa, socavan las bases del orden imperante.

En 1977, Hedley Bull fue pionero en el ámbito de las relaciones internacionales al hablar del "nuevo medievalismo". En su libro La sociedad anárquica, señala la existencia de ciertas tendencias que amenazan la supervivencia del sistema de estados y que sugieren el surgimiento de una nueva forma de orden internacional medieval.
Las fuerzas que llevan al mundo a un escenario con notables paralelismos con el que se vivió desde el siglo V hasta el XV, son, según Bull, los procesos de integración con carácter supranacional, la desintegración de los estados a manos de fuerzas secesionistas, el uso de la violencia por grupos que además se arrogan la legitimidad de hacerlo, la proliferación de organizaciones transnacionales, desde corporaciones a ONG y agencias intergubernamentales, y, por último, la unificación del mundo a través de la tecnología.

VOLVER AL FUTURO

Pero ¿cómo era ese orden medieval que parece estar de regreso? "La Edad Media fue una era en la que el poder político estaba muy disperso, una era multipolar", explicó a DEF Parag Khanna, investigador de la Universidad Nacional de Singapur, y autor de How to Run the World: Charting a Course to the Next Renaissance (Cómo gobernar el mundo: trazando el camino hacia el próximo Renacimiento).
Además de la fragmentación, el Medioevo se caracterizó por ser una era de soberanías preestatales, en la que la violencia tenía muchas formas y orígenes, con sistemas sociales basados en múltiples identidades y un sistema político formado por múltiples y autoridades superpuestas, cada una con su propia fuente de poder.

En el nuevo Medioevo, las soberanías vuelven a hacerse fluidas, con estados que se ven obligados a compartir el poder y la autoridad con unidades subnacionales, como grupos terroristas (equiparables a los antiguos vasallos rebeldes), supranacionales como la Unión Europea (que se asemeja al Imperio Romano) y poderosas fuerzas transnacionales, como por ejemplo, las agencias calificadoras de riesgo o empresas multinacionales (comparables al poder ubicuo de la Iglesia católica previa al Renacimiento).
John Rapley, especialista en globalización y gobernanza del Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad de Cambridge, opina: "Estamos empezando a ver un alejamiento del estado-nación altamente centralizado, con su monopolio de las fuentes legítimas de violencia y sus inmensos poderes de asignación de recursos, que le permitían ser el blanco principal de lealtad en la vida de sus ciudadanos". El cambio, según Rapley, se da hacia "una gobernanza más descentralizada, por parte de agentes que controlan sus propias fuentes de recursos y que, por ende, tendrán un mayor peso en la política a nivel local".

Khanna, en tanto, detalló que la erosión de la soberanía estatal hoy se da de forma voluntaria e involuntaria. "Los gobiernos quieren que sus países participen de la economía global con todos sus beneficios, pero para ello necesitan hacer concesiones y acatar reglas internacionales. Esto incluye áreas cruciales, como endeudamiento e inversiones, por lo que las instituciones financieras y los bancos se convierten en impulsores clave de la erosión de la soberanía", explicó.
La globalización es una de las fuerzas principales detrás de este fenómeno. "La globalización nos está trayendo de vuelta a la Edad Media porque ha acelerado el ascenso de un sistema multipolar con Estados Unidos, China, India y Europa, todos poderosos y en simultáneo, y también está dando poder a ciudades, empresas y otros actores internacionales. Hoy tenemos un mundo difuso, de múltiples niveles, como lo era siglos atrás", sostuvo Khanna.

"Los cambios en las tecnologías de transporte y comunicaciones han favorecido el tipo de globalización y de localización que ponen cada vez más a la actividad económica por fuera del control directo de los estados, fortaleciendo el accionar de actores privados", aseveró Rapley. El académico señaló que las reformas neoliberales del siglo XX colaboraron en la reducción del papel del estado en la economía, dejando el capital, y el poder que él conlleva, en manos de privados, desde oligarcas rusos hasta banqueros norteamericanos.
Otra consecuencia de estos cambios es la multiplicación de las fuentes de violencia. "Los límites al gasto de los gobiernos en los últimos años han llevado a la reducción de la provisión de servicios básicos, incluyendo el de la policía, lo que ha posibilitado que sean actores no estatales los que llenen el vacío", explicó Rapley. Esta situación, según el especialista, aumenta las posibilidades de que se reproduzcan autoridades locales arbitrarias y que se multiplique la violencia, a raíz de las luchas entre distintos grupos por el control territorial.

 Hoy tenemos un mundo difuso, de múltiples niveles, como lo era siglos atrás.
Khanna, por su parte, sostuvo que el hecho de que se multipliquen las milicias paramilitares, grupos terroristas transnacionales y bandas criminales que operan con impunidad a través de las fronteras, ciertamente recuerda al Medioevo, pero destacó que "el monopolio estatal sobre la violencia ha sido por mucho tiempo más un ideal que una realidad, especialmente en países pobres y poscoloniales, es decir, en la mayor parte del planeta".

La Edad Media fue fundamentalmente una era de temor, incertidumbre, plagas y violencia. En un artículo publicado en Foreign Policy, Khanna destaca que una situación similar se vive en la actualidad, a raíz de pandemias como el SARS, el terrorismo, los ataques de piratas, los ciclones y los aumentos del nivel del mar. "Ya no es tan claro cómo invertir en el futuro o en qué futuro invertir. Averiguar cómo responder a este nuevo mundo va a tomar al menos décadas", reflexionó el especialista.
Sin embargo, el futuro no es necesariamente tan ominoso. En opinión de Rapley, si bien una era de oscuridad puede estar cerca, hay alternativas más optimistas. Para ilustrarlas, ofrece un ejemplo, el de la ciudad de Touba, en Senegal, donde un califa que no tiene ningún cargo político formal gobierna de hecho la ciudad, con reconocimiento de las autoridades estatales y con el beneplácito de sus habitantes. "El nuevo Medievalismo no tiene que ser necesariamente como las favelas controladas por pandillas de Río de Janeiro o las zonas fronterizas de Pakistán, no es esa la única opción", aseguró.
"Si los intereses creados deciden luchar para mantener su porción de la torta a toda costa, entonces sí, la política se volverá desagradable. Pero si en cambio las elites políticas e intelectuales intentan guiarnos de forma creativa hacia esta nueva etapa, en vez de buscar el retorno a un gran pasado perdido, entonces podremos darles la bienvenida a las oportunidades en vez de sentirnos abrumados por las amenazas", añadió Rapley.

LOS NUEVOS MEDICIS

Serguey Brin, Tim Cook, Bill Gates, Elon Musk, Peter Thiel, Mark Zuckerberg, entre otros gigantes de Silicon Valley, son quienes hoy impulsan y financian los proyectos más innovadores a nivel mundial, que abarcan investigaciones para curar el cáncer, paliar los efectos del cambio climático, viajar al espacio y hasta para alcanzar la inmortalidad del hombre.
El ansia por innovar que hoy se concentra en Silicon Valley, se asemeja a la que llevó a la Florencia del siglo XIV a convertirse en el corazón de las ideas, inventos y nuevas formas de arte renacentista, bajo el impulso de los Medici, la poderosa familia que lideró los esfuerzos para resolver los desafíos más acuciantes de la humanidad mediante el patronazgo de talentos extranjeros.

En la Silicon Valley del siglo XXI, sin embargo, no hay una familia, sino múltiples individuos y un universo de empresas abocadas al desarrollo de alta tecnología, que no solo buscan hacer buenos negocios, sino que quieren cambiar el mundo.

Ninguna idea es demasiado descabellada para ellos. Calico, un centro de biotecnología fundado por Google, tiene como objetivo nada menos que "curar la muerte". Organizaciones como Methuselah Foundation, Glenn Foundation for Medical Research, y Ellison Medical Foundation trabajan para entender y revertir los procesos de envejecimiento, con fines similares.


Elon Musk.
Otros dedican sus esfuerzos a burlar la muerte mediante la cura de enfermedades como el cáncer. Sean Parker, cofundador del legendario servicio de uso compartido de archivos Napster es uno de ellos. Con una inversión de 250 millones de dólares, fundó el Parker Institute for Cancer Immunotherapy, que unifica seis instituciones líderes en la investigación contra el cáncer en el mundo, y que comparte la propiedad intelectual de cada una, lo que les permite a sus investigadores tener acceso a los resultados de unos 40 laboratorios en común.

La salud es solo una de las múltiples áreas en las que se está trabajando. Elon Musk, por ejemplo, con su compañía SpaceX, busca...


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